En mi tierra se dice que los ojos mal intencionados, pueden embrujar, engarañar, llenarte de males.
Pero no es exacto. No son los ojos. No es la mirada la que tiene ese poder. No.
No son los ojos. Es el sentimiento que se asoma a ellos
Dicen que el odio, el rencor, la envidia o la venganza, se reflejan en la mirada y a través de ella nos alcanzan, con mayor o menor fuerza y según el poder de la intención.
Después de ver muchas desgracias ocasionadas por estas miradas y lo que reflejan.
Hemos elaborado esta pócima siguiendo una vieja tradición gallega con la que las meigas libraban sobre todo a los niños de las envidias y celos que los ojos traían.