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La aventurina dorada es, en mi cultura, la piedra de la diosa Dana.
A mí, como a mucha gente, me fascina su color, su textura y los puntos dorados que parecen diminutas estrellas esparcidas por toda su superficie.
Cuando la tengo entre mis manos, o la llevo en mi muñeca, siento que hay algo muy mágico en ella.
Imagino que la diosa del Sol, Dana, ha dejado parte de su influjo, de su energía en esa misteriosa piedra y es lo que me trasmite.
Es una piedra que, además de propiciar el éxito, combate el cansancio, la angustia, los miedos y la ansiedad.